Homilía del 11 de Setiembre de 2021: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 11 de Setiembre de 2021: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


De la Primera Carta de Pablo a Timoteo 1, 15-17

Hermano: Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdonó, para que fuera yo el primero en quien él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo a los que habrían de creer en él, para obtener la vida eterna.

Al rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.

El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.

¿Por qué me dicen ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda, para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.

Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra, sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida’’.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO

«El sabio es el que construye sobre roca, por el contrario, el necio es el que elige la ‘arena movediza’ y es arrastrado por los vientos y la lluvia. […] También nuestra vida puede ser así cuando nuestros cimientos no son fuertes. Llega la tormenta -y todos tenemos tormentas en nuestra vida, todos, desde el Papa hasta el último, todos- y no somos capaces de resistir. Muchos dicen: ‘No, yo voy a cambiar mi vida’. Y creen que cambiar la vida es ‘maquillarse’. Cambiar la vida significa sustituir los cimientos de la vida, es decir, quitar las arenas movedizas y poner la roca que es Jesús. ‘Me gustaría restaurar este edificio, este palacio, porque es muy feo, muy descuidado, y me gustaría embellecerlo un poco y también asegurar los cimientos’. Pero si vuelvo a maquillarlo de nuevo y sólo escondo sus defectos con un velo, (hago una ‘romanella’), la casa fracturada no se mantendrá en pie; se va a caer. Con las apariencias, también la vida cristiana se desmorona».

(Meditación matutina, Capilla de la DOMUS SANCTAE MARTHAE 5 de diciembre de 2019)


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