Homilía del 13 de Mayo de 2019: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 13 de Mayo de 2019: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Del Libro de los Hechos de los Apóstoles
Hch 11, 1-18

En aquellos días, los apóstoles y los hermanos que vivían en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro regresó a Jerusalén, los circuncidados le hicieron reproches, diciendo: «Has entrado en la casa de unos incircuncisos y has comido con ellos».

Entonces Pedro les contó desde el principio lo que le había pasado: «Estaba yo en la ciudad de Jafa, en oración, cuando tuve una visión y vi algo semejante a un gran mantel, que sostenido por las cuatro puntas, bajaba del cielo hasta donde yo me encontraba. Miré con atención aquella cosa y descubrí que había en ella toda clase de cuadrúpedos, fieras, reptiles y aves. Oí luego una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro. Mata el animal que quieras y come’. Pero yo le respondí: ‘Ni pensarlo, Señor. Jamás he comido nada profano o impuro’. La voz del cielo me habló de nuevo: ‘No tengas tú por impuro lo que Dios ha hecho puro’. Esto se repitió tres veces y luego todo fue recogido hacia el cielo.

En aquel instante, se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres, que venían de Cesarea, con un recado para mí. El Espíritu me dijo entonces que me fuera con ellos sin dudar. También fueron conmigo estos seis hermanos y todos entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó cómo había visto de pie, ante él, a un ángel que le dijo: ‘Manda a buscar en Jafa a Simón, llamado Pedro. Lo que él te diga, te traerá la salvación a ti y a toda tu familia’. En cuanto empecé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como había descendido al principio sobre nosotros. Entonces me acordé de lo que había dicho el Señor: ‘Juan bautizó con agua; pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo’. Por lo tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesús, ¿quién soy yo para oponerme a Dios?»

Con esto se apaciguaron y alabaron a Dios, diciendo: «Por lo visto, también a los paganos les ha concedido Dios la conversión que lleva a la vida».


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Juan
Jn 10, 1-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO


Las coordenadas de la vida cristiana son muy sencillas, no hay necesidad de salir a buscar mil consejos: es suficiente seguir una voz, así como hacen las ovejas con su pastor. Y precisamente la imagen de Jesús buen pastor estuvo en el centro de la homilía del Papa Francisco durante la misa celebrada en la casa Santa Marta el lunes 18 de abril.

La liturgia del día, por lo demás, proponía una especie de «eco de las lecturas» del iv domingo de Pascua, llamado precisamente «domingo del buen pastor, en el cual Jesús se presenta como el “buen pastor”». Y precisamente de este tema, en el Evangelio de Juan (10, 1-10) comentado por el Pontífice, se desprendían «tres realidades» sobre las cuales el Papa quiso «reflexionar un poco: la puerta, el camino y la voz».

En primer lugar la «puerta». El pasaje evangélico recuerda las palabras de Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ese es un ladrón y un salteador». He aquí la primera imagen, y Francisco destacó: «Él es la puerta: la puerta para entrar en el redil de las ovejas es Jesús. No hay otra puerta». Se debe poner de relieve, dijo el Papa, que Jesús hablaba siempre a la gente utilizando «imágenes sencillas»: de hecho, «toda esa gente conocía cómo era la vida de un pastor, porque la veía todos los días». Por ello quien lo escuchaba le entendía muy bien: «Sólo se entra por la puerta del redil de las ovejas». Aquellos que, en cambio, quieren entrar en el redil pasando «por la ventana o por otra parte, son delincuentes». El Evangelio los define ladrones o salteadores.

Todo, por lo tanto, es muy claro: «No se puede entrar en la vida eterna por otro sitio que no sea la puerta, es decir, que no sea Jesús». Y, añadió el Pontífice, el Señor «es la puerta de nuestra vida y no sólo de la vida eterna, sino también de nuestra vida cotidiana». Así, por ejemplo, una decisión cualquiera se puede tomar «en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús», o bien, utilizando un «lenguaje sencillo», se puede tomar «de contrabando». Pero el Señor «habla claro»: en el redil se entra «sólo por la puerta, que es Jesús».

El Evangelio de Juan continúa y en las palabras del Señor se encuentra otro elemento importante: el «camino». En efecto, se lee: «Le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz».

Francisco se centró en esta segunda palabra clave: «El camino es precisamente este: seguir a Jesús». También aquí la vida cotidiana ocupa un lugar central: se habla, en efecto, del «camino de la vida, de la vida de todos los días», que «es seguir a Jesús». Y también en este punto la indicación es clara: «¡No equivocarse!», recomendó el Papa. Es Jesús «la puerta a través de la cual entramos y a través la cual salimos con Él para recorrer el camino de la vida»; y es Jesús quien «nos indica el camino». Por lo tanto, «quien sigue a Jesús no se equivoca».

Aún así, las ocasiones de emprender una senda equivocada no faltan, tanto que el Pontífice habló de una supuesta situación que podría presentarse: «Eh, padre, sí, pero las cosas son difíciles… Muchas veces yo no veo claro lo que tengo que hacer… Me han dicho que allí había una vidente y fui allí y allí; fui a ver a un cartomántico, que me leyó las cartas…». El consejo del Papa fue inmediato: «Si haces esto, tú no sigues a Jesús. Sigues a otro que te indica otro camino, distinto», porque «no existe otro que pueda indicar el camino».

Lo que se acaba de mencionar es una dificultad sobre la cual Jesús mismo había puesto en guardia: «Vendrán otros que dirán: el camino del Mesías es este, este… No escuchadlos a ellos. El camino soy yo». Esta, dijo el Papa, es la certeza: «Si lo seguimos a Él no nos equivocaremos».

Por último, la tercera palabra: la «voz». Las ovejas, en efecto, siguen a Jesús «porque conocen su voz». Un concepto que el Pontífice quiso profundizar para evitar malentendidos: «¡Conocer la voz de Jesús! No penséis que os estoy hablando de una aparición, que vendrá Jesús y te dirá: “Haz esto”. ¡No, no!». Y entonces alguno podría preguntar: «Padre, ¿cómo puedo conocer la voz de Jesús? Y, también, ¿cómo defenderme de la voz de aquellos que no son Jesús, que entran por la ventana, que son salteadores, que destruyen, que engañan?». Una vez más la «receta» es «sencilla» y prevé tres indicaciones. Ante todo, sugirió Francisco, «encontrarás la voz de Jesús en las Bienaventuranzas». Por ello, si alguien enseña «una senda contraria a las bienaventuranzas, es alguien que ha entrado por la ventana: ¡no es Jesús!». También, la voz de Jesús se puede reconocer en quien «nos habla de las obras de misericordia. Por ejemplo en el capítulo 25 de san Mateo». Así, pues, aclaró el Papa: «Si alguien te recuerda lo que Jesús dice allí, es la voz de Jesús». Por último, la tercera indicación: «Puedes conocer la voz de Jesús cuando te enseña a decir “Padre”, es decir, cuando te enseña a rezar el Padrenuestro».

Concluyó el Pontífice: «¡Es así fácil la vida cristiana! Jesús es la puerta; él nos guía por el camino y nosotros conocemos su voz en las bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir “Padre”». Y añadió una oración: «Que el Señor nos haga comprender esta imagen de Jesús, este icono: el pastor, que es puerta, indica el camino y nos enseña a escuchar su voz».

(Santa Marta, 18 de abril de 2016)


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