Homilía del 19 de Noviembre de 2021: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 19 de Noviembre de 2021: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Lectura del primer libro de los Macabeos

1 Mc 4, 36-37. 52-59

En aquellos días, Judas y sus hermanos se dijeron: “Nuestros enemigos están vencidos; vamos, pues, a purificar el templo para consagrarlo de nuevo”. Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.

El día veinticinco de diciembre del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al romper el día y ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido, un sacrificio conforme a la ley. El altar fue inaugurado con cánticos, cítaras, arpas y platillos, precisamente en el aniversario del día en que los paganos lo habían profanado. El pueblo entero se postró en tierra y adoró y bendijo al Señor, que los había conducido al triunfo.

Durante ocho días celebraron la consagración del altar y ofrecieron con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Adornaron la fachada del templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron los pórticos y las salas, y les pusieron puertas. La alegría del pueblo fue grandísima y el ultraje inferido por los paganos quedó borrado.

Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a partir del veinticinco de diciembre, se celebrara durante ocho días, con solemnes festejos, el aniversario de la consagración del altar.


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Lucas 19, 45-48

Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.

Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO

«Los jefes del Templo, los jefes de los sacerdotes -dice el Evangelio- y los escribas habían alterado demasiado las cosas. Habían caído en un proceso de degradación y habían profanado el Templo. ¡Habían profanado el Templo! El Templo es una figura de la Iglesia. La Iglesia siempre –siempre– sufrirá la tentación de la mundanidad y la tentación de un poder que no es el que Jesucristo quiere para ella. Jesús no dice: ‘No, eso no se hace aquí’. ‘Háganlo fuera’. Más bien los recrimina: ’¡Ustedes han convertido la casa de mi Padre en una cueva de ladrones!’ Y cuando la Iglesia misma entra en este proceso de degradación, el final es muy deplorable. Muy dañoso».

(Santa Marta – 20 de noviembre de 2015)

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