Homilía del 30 de Mayo de 2019: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 30 de Mayo de 2019: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Primera Lectura

Del Libro de los Hechos de los Apóstoles
Hch 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.

Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: «No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo».

Los ahí reunidos le preguntaban: «Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?» Jesús les contestó: «A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra».

Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse».

Segunda Lectura

De la Carta de Pablo a los Hebreos
Heb 9, 24-28; 10, 19-23

Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios, intercediendo por nosotros.

En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio, porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. De hecho, él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Y así como está determinado que los hombres mueran una sola vez y que después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. Al final se manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado, sino para la salvación de aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta su esperanza.

Hermanos, en virtud de la sangre de Jesucristo, tenemos la seguridad de poder entrar en el santuario, porque él nos abrió un camino nuevo y viviente a través del velo, que es su propio cuerpo. Asimismo, en Cristo tenemos un sacerdote incomparable al frente de la casa de Dios.

Acerquémonos, pues, con sinceridad de corazón, con una fe total, limpia la conciencia de toda mancha y purificado el cuerpo por el agua saludable. Mantengámonos inconmovibles en la profesión de nuestra esperanza, porque el que nos hizo las promesas es fiel a su palabra.


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Lucas
Lc 24, 46-53

En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: «Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto».

Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO


La alegría no es vivir con la risa en la risa. No, no es eso. La alegría no es ser divertido. No, no es eso. Es otra cosa La alegría cristiana es la paz. La paz que está en las raíces, la paz del corazón, la paz que solo Dios puede darnos. Esta es la alegría cristiana. No es fácil preservar esta alegría. La alegría cristiana es el aliento del cristiano, un cristiano que no está alegre en su corazón no es un buen cristiano. Es el aliento, la manera de expresar al cristiano, la alegría. No es algo que compres o lo hago con esfuerzo, no: es un fruto del Espíritu Santo. Lo que hace gozo en el corazón es el Espíritu Santo «.

(Santa Marta, 28 de mayo de 2018)


2 thoughts on “Homilía del 30 de Mayo de 2019: Evangelio y Palabra del Día

  1. Me permito sugerirles ser más precisos en la traducción del italiano al español. Hay expresiones que en español no se entienden porque no están correctamente traducidas. Les agradezco que hayan prestado atención a esta sugerencia.

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