Homilía del 6 de Gennaio de 2021: Evangelio y Palabra del Día

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LECTURA DEL DÍA


De la Primera Carta de Juan 4, 11-18

Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto, y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En esto llega a la perfección el amor que Dios nos tiene: en que esperamos con tranquilidad el día del juicio, porque nosotros vivimos en este mundo en la misma forma que Jesucristo vivió.

En el amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto excluye el temor, porque el que teme, mira al castigo, y el que teme no ha alcanzado la perfección del amor.


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Marcos 6, 45-52

En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús premió a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran a Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró al monte a orar.

Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y Jesús, solo, en tierra. Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento les era contrario, se dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del amanecer, y parecía que iba a pasar de largo.

Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: “¡Ánimo! Soy yo; no teman”. Subió a la barca con ellos y se calmó el viento. Todos estaban llenos de espanto y es que no habían entendido el episodio de los panes, pues tenían la mente embotada.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO


Adorar es encontrar a Jesús sin la lista de peticiones, pero con la única petición de estar con Él. Es descubrir que la alegría y la paz crecen con la alabanza y la acción de gracias. (…) La adoración es un acto de amor que cambia la vida. Es hacer como los magos: es llevar oro al Señor, decirle que nada es más precioso que él; es ofrecerle incienso, para decirle que sólo con él nuestra vida puede elevarse; es presentarle la mirra, con la que fueron ungidos los cuerpos heridos y mutilados, prometerle a Jesús ayudar a nuestro prójimo marginado y que sufre, porque él está allí.

(Homilía Epifanía, 6 de enero de 2020)


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