Homilía del 9 de Julio de 2024: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 9 de Julio de 2024: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Lectura de la profecía de Oseas

Os 8, 4-7. 11-13

Esto dice el Señor:
«Han nombrado reyes sin contar conmigo,
han escogido príncipes sin saberlo yo.
Con su oro y su plata se han hecho ídolos,
para su perdición.
Tu becerro, Samaria, es repulsivo
y mi ira arde contra él.
¿Hasta cuándo serán incapaces de purificarse
los hijos de Israel?
Un artesano ha hecho ese becerro, que no es Dios,
por eso quedará hecho trizas.

Siembran vientos y cosecharán tempestades;
su trigo no dará espigas, no producirá harina su grano,
y si la produce, los extranjeros se la comerán.

Efraín ha construido multitud de altares,
y sólo le han servido para pecar.
Aunque yo les escribiera todas mis leyes,
las ignorarían como si fueran de un extraño.
Aunque inmolen víctimas en mi honor
y coman su carne, no me dan gusto,
pues tengo presentes sus culpas
y castigaré sus pecados.
Por eso volverán a la esclavitud».


EVANGELIO DEL DÍA

Lectura del santo evangelio según san Mateo

Mt 9, 32-38

En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía: «Nunca se había visto nada semejante en Israel». Pero los fariseos decían: «Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios».

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos».


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO

«¡La mies es abundante, pero hay pocos trabajadores! ¡Rogad, pues, al Señor de la mies para que envíe trabajadores a su mies! Esta petición de Jesús es siempre válida. Siempre debemos orar al «dueño de la mies», es decir, a Dios Padre, para que envíe trabajadores a trabajar en su campo que es el mundo. Y cada uno de nosotros debemos hacerlo con el corazón abierto, con actitud misionera; nuestra oración no debe limitarse sólo a nuestras necesidades, nuestras necesidades: una oración es verdaderamente cristiana si tiene también una dimensión universal. […] Si se vive en estos términos, la misión de la Iglesia se caracterizará por la alegría. […] No se trata de una alegría efímera que surge del éxito de la misión; al contrario, es una alegría enraizada en la promesa de que – dice Jesús – «vuestro nombre está escrito en el cielo» (v. 20). Con esta expresión se refiere a la alegría interior, la alegría indestructible que surge de la conciencia de ser llamado por Dios a seguir a su Hijo. Es decir, la alegría de ser sus discípulos. […] Y es la alegría de este don la que hace de cada discípulo un misionero, uno que camina en compañía del Señor Jesús, que aprende de Él a entregarse sin reservas a los demás, libre de sí mismo y de sus propios bienes.

(Ángelus, 7 de julio de 2019)

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