Homilía del 2 de Octubre de 2023: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 2 de Octubre de 2023: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Lectura de la profecía de Zacarías

Zac 8, 1-8

En aquellos días, me fue dirigida a mí, Zacarías, la palabra del Señor en estos términos: «Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘Yo siento por Sión un amor ardiente y celoso, un amor celoso que me arrebata’.

Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘Regresaré a Sión y en medio de Jerusalén habitaré. Jerusalén se llamará ciudad fiel, y el monte del Señor de los ejércitos, monte santo’.

Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘De nuevo se sentarán los ancianos y las ancianas en las plazas de Jerusalén, cada cual con su bastón en la mano, por su avanzada edad; las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas que jugarán en ellas’.

Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘Aunque esto les parezca imposible a los sobrevivientes de este pueblo, ¿acaso va a ser imposible para mí?’

Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘Yo salvaré a mi pueblo de los países de oriente y occidente, y lo traeré aquí para que habite en Jerusalén. El será mi pueblo y yo seré su Dios, lleno de fidelidad y de justicia’ «.


EVANGELIO DEL DÍA

Lectura del santo evangelio según san Mateo

Mt 18, 1-5. 10

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?»

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: «Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo».


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO

Todos somos niños. Y esto nos lleva siempre al hecho de que no nos dimos la vida sino que la recibimos. El gran regalo de la vida es el primer regalo que recibimos. A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuéramos dueños de nuestra existencia, y en cambio somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y seguimos siendo niños. Este es el mensaje principal que nos dan los niños, con su sola presencia: sólo con su presencia nos recuerdan que todos y cada uno de nosotros somos niños. Pero son muchos los dones, muchas riquezas que los niños aportan a la humanidad. Sólo recuerdo algunos. Aportan su manera de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en su padre y en su madre; tiene una confianza espontánea en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, aún no contaminada por la malicia, por la duplicidad, por las «incrustaciones» de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen pecado original, que tienen su egoísmo, pero conservan una pureza y una sencillez interior. Pero los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente. […] Los niños también traen consigo la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un corazón «de carne» y no «de piedra», como dice la Biblia (ver Ez 36,26). La ternura es también poesía: es «sentir» las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, sólo utilizarlos, porque son útiles […] Por todo ello Jesús invita a sus discípulos a «ser como niños», porque «a los que son como ellos es el Reino de Dios» (ver Mt 18,3; Mc 10,14).

(Audiencia General, 18 de marzo de 2015)

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