Homilía del 20 de Setiembre de 2021: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 20 de Setiembre de 2021: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Del libro de Esdras 1, 1-6

El año primero del reinado de Ciro, rey de Persia, el Señor, para cumplir lo que había anunciado por boca del profeta Jeremías, movió a Ciro a proclamar de palabra y por escrito en todo su reino este decreto:

“Esto dice Ciro, rey de Persia: ‘El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha encargado edificarle un templo en Jerusalén de Judá. Los que pertenezcan al pueblo del Señor, que vayan a Jerusalén de Judá, para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, que habita en Jerusalén. Y que Dios los acompañe. La gente del lugar proporcionará a todos los judíos sobrevivientes, dondequiera que residan, oro, plata, utensilios y ganado, además de las ofrendas que quieran hacer voluntariamente para el templo de Dios, que está en Jerusalén’”.

Entonces se pusieron en marcha los jefes de familia de las tribus de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos los que se sintieron movidos por Dios para ir a reconstruir el templo del Señor en Jerusalén. Sus vecinos les proporcionaron toda clase de ayuda: oro, plata, utensilios, ganado y objetos preciosos, además de las ofrendas voluntarias.


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Lucas 8, 16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.

Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener”.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO

«El Evangelio de Juan nos dice que el misterio de Dios es Luz y que la Luz vino al mundo pero que las tinieblas no la acogieron. Una Luz que no se puede ocultar, sino que debe servir para iluminar. Éste es uno de los rasgos del cristiano, que ha recibido la Luz en el Bautismo y que debe darla. Es decir, el cristiano es un testigo. El testimonio de la Luz es uno de los rasgos de las actitudes cristianas. El cristiano que lleva esta Luz debe mostrarla porque es un testigo. Cuando un cristiano prefiere ocultar la Luz de Dios y prefiere su propia oscuridad, esa oscuridad entra en su corazón porque tiene miedo a la Luz. Los ídolos, que son oscuridad, lo seducen y lo atraen con mayor fuerza, entonces se queda vacío: le falta algo y no es un verdadero cristiano. El testimonio: un cristiano es un testigo de Jesucristo, la Luz de Dios. Y debe poner esa Luz en el candelabro de su vida».

(Homilía desde Santa Marta 28 de enero de 2016)


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