Homilía del 21 de Abril de 2021: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 21 de Abril de 2021: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Del Libro de los Hechos de los Apóstoles 8, 1-8

El mismo día de la muerte de Esteban, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén, y todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y por Samaria.

Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entre tanto, Saulo hacía estragos en la Iglesia: entraba en las casas para llevarse a hombres y mujeres y meterlos en la cárcel.

Los que se habían dispersado, al pasar de un lugar a otro, iban difundiendo el Evangelio. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba ahí a Cristo. La multitud escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los milagros que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos, lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados quedaban curados. Esto despertó gran alegría en aquella ciudad.


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Juan 6, 35-40

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero como ya les he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día’’.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO


Con estas palabras quiere que entendamos que, además del hambre física, el hombre lleva dentro de sí otro hambre – todos tenemos este hambre – un hambre más importante, que no se puede satisfacer con la comida ordinaria. Se trata de un hambre de vida, de un hambre de eternidad que sólo él puede satisfacer, en cuanto es «el pan de vida» (v. 35). Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento diario, no, no elimina la preocupación de todo lo que puede hacer la vida más avanzada. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero sentido de nuestra existencia terrena está en el fin, en la eternidad, en el encuentro con Él, que es don y dador, y también nos recuerda que la historia humana con sus sufrimientos y alegrías debe verse en un horizonte de eternidad, es decir, en ese horizonte del encuentro definitivo con él.

(Ángelus, 2 de agosto de 2015)


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