Homilía del 25 de Setiembre de 2019: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 25 de Septiembre de 2019: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Esd 9, 5-9

Yo, Esdras, al llegar la hora de la ofrenda de la tarde, salí de mi abatimiento y con la túnica y el manto rasgados, me postré de rodillas, levanté las manos al Señor, mi Dios, y le dije:

«Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros pecados se han multiplicado hasta cubrirnos por completo y nuestros delitos son tan grandes, que llegan hasta el cielo. Desde el tiempo de nuestros padres hasta el día de hoy, hemos pecado gravemente y por nuestros pecados nos has entregado a nosotros, a nuestros reyes y a nuestros sacerdotes en manos de reyes extranjeros, para que nos maten, nos destierren, nos saqueen y nos insulten, como sucede al presente.

Pero ahora, Señor, Dios nuestro, te has compadecido de nosotros un momento y nos has dejado algunos sobrevivientes, que se han refugiado en tu lugar santo; tú, Dios nuestro, has iluminado nuestros ojos y nos has reanimado un poco en medio de nuestra esclavitud. Porque éramos esclavos, pero tú no nos abandonaste en nuestra esclavitud, sino que nos granjeaste el favor de los reyes de Persia, para que nos perdonaran la vida y pudiéramos levantar tu templo y restaurar sus ruinas y tuviéramos, así, un refugio en Judá y en Jerusalén».


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Lucas
Lc 9, 1-7

Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. Y si algunos no os reciben, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» Partieron, pues, y recorrieron los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO


Si un apóstol, un enviado, algunos de nosotros, somos tantos enviados aquí, va un poco con la nariz en alto, creyéndose superior a los demás o buscando algún interés humano o, no sé, buscando lugares en la Iglesia, nunca sanará. nadie podrá abrir el corazón de nadie, porque su palabra no tendrá autoridad. La autoridad, el discípulo la tendrá si sigue los pasos de Cristo. ¿Y cuáles son los pasos de Cristo? Pobreza ¡Se hizo hombre de Dios! ¡Está aniquilado! Se desnudó! Pobreza que conduce a la mansedumbre, la humildad. El humilde Jesús que va por el camino de sanar. Y así, un apóstol con esta actitud de pobreza, humildad, mansedumbre, puede tener la autoridad para decir: «Arrepiéntete», para abrir los corazones.

(Santa Marta, 7 de febrero de 2019)


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