Homilía del 6 de Enero de 2020: Evangelio y Palabra del Día

Homilía del 6 de Enero de 2020: Evangelio y Palabra del Día

LECTURA DEL DÍA


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
1 Jn 3, 22–4, 6

Queridos hijos: Puesto que cumplimos los mandamientos de y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos. Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.
Hermanos míos, no se dejen llevar de cualquier espíritu, sino examinen toda inspiración para ver si viene de Dios, pues han surgido por el mundo muchos falsos profetas. La presencia del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquel que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo. De éste han oído decir que ha de venir; pues bien, ya está en el mundo.
Ustedes son de Dios, hijitos míos, y han triunfado de los falsos profetas, porque más grande es el que está en ustedes que el que está en el mundo. Ellos son del mundo, enseñan cosas del mundo y el mundo los escucha. Pero nosotros somos de Dios y nos escucha el que es de Dios. En cambio, aquel que no es de Dios no nos escucha. De esta manera distinguimos entre el espíritu de la verdad y el espíritu del error.


EVANGELIO DEL DÍA


Evangelio según Mateo
Mt 4, 12-17. 23-25

Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos; el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”. Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, solemnidad de la Epifanía del Señor es la fiesta de la manifestación de Jesús, simbolizada por la luz. En los textos proféticos se promete esta luz: se promete la luz. Isaías, de hecho, se dirige a Jerusalén con estas palabras: «¡Arriba, resplandece, que ha llegado tu luz y la gloria de Yahveh sobre ti ha amanecido!» (60, 1). La invitación del profeta —a levantarse porque viene la luz— parece sorprendente, porque se encuentra después del duro exilio y de las numerosas vejaciones que el pueblo había experimentado.

Esta invitación, hoy, también resuena para nosotros que hemos celebrado la Navidad de Jesús y nos anima a dejarnos alcanzar por la luz de Belén. Nosotros también estamos invitados a no detenernos en los signos externos del evento, sino a comenzar de nuevo y emprender, en la novedad de la vida, nuestro viaje de hombres y creyentes.

La luz que el profeta Isaías preanunció en el Evangelio está presente y encontrada. Y Jesús, nacido en Belén, la ciudad de David, vino para llevar la salvación a vecinos y lejanos: a todos. El evangelista Mateo muestra diferentes maneras en que uno puede encontrarse con Cristo y reaccionar ante su presencia. Por ejemplo, Herodes y los escribas de Jerusalén tienen un corazón duro, que persiste y rechaza la visita de ese Niño. Es una posibilidad: cerrarse a la luz. Representan a quienes, incluso en nuestros días, tienen miedo de la venida de Jesús y cierran sus corazones a los hermanos y hermanas que necesitan ayuda. Herodes teme perder poder y no piensa en el verdadero bien de las personas, sino en su propio interés personal. Los escribas y los líderes de la gente tienen miedo porque no pueden mirar más allá de sus propias certezas, por lo que no logran captar la novedad que es Jesús.

Por otro lado, la experiencia de los Magos es muy diferente (cf. Mateo 2, 1-12). Venidos de Oriente, representan a todos los pueblos lejanos de la fe judía tradicional. Sin embargo, se dejan guiar por la estrella y se enfrentan a un largo y arriesgado viaje para llegar al destino y conocer la verdad sobre el Mesías. Los magos estaban abiertos a la «novedad», y revelaron la novedad más grande y sorprendente de la historia: Dios hecho hombre. Los magos se postran ante Jesús y le ofrecen regalos simbólicos: oro, incienso y mirra; Porque la búsqueda del Señor implica no solo la perseverancia en el camino, sino también la generosidad del corazón. Y finalmente, se retiraron «a su país» (v. 12); y dice el evangelio que volvieron por «otro camino». Hermanos y hermanas, cada vez que un hombre o una mujer se encuentran con Jesús, él cambia sus caminos, vuelve a la vida de una manera diferente, vuelve renovado, «por otro camino». Regresaron «a su país» llevando consigo el misterio de ese Rey humilde y pobre; podemos imaginar que contaron a todos la experiencia vivida: la salvación ofrecida por Dios en Cristo es para todos los hombres, cercanos y lejanos. No es posible «tomar posesión» de ese Niño: Él es un regalo para todos.

Nosotros también, hagamos un poco de silencio en nuestro corazón y dejémonos iluminar por la luz de Jesús que proviene de Belén. No permitamos que nuestros miedos cierren nuestros corazones y tengamos el coraje de abrirnos a esta luz que es suave y discreta. Entonces, como los Magos, experimentaremos «inmensa alegría» (v. 10) que no podremos conservar para nosotros mismos. Que nos sostenga en este viaje la Virgen María, estrella que nos lleva a Jesús, y Madre que muestra a Jesús a los Magos y a todos los que se le acercan.

(Ángelus, 6 de enero de 2019)


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