San Elfego, Arzobispo de Canterbury, mártir

San Elfego, Arzobispo de Canterbury, mártir
San Elfego provenía de una distinguida familia en Inglaterra. Recibió una excelente educación y pronto, a pesar de la voz de la carne y la sangre, abandonó el mundo por la soledad, luego por el claustro, a petición de buenos religiosos que querían ponerse bajo su dirección.

El santo abad exigió que se respetara la regla al pie de la letra, y Dios acudió en su ayuda por un milagro, para someter la conducta firme de varios monjes que inicialmente eran recalcitrantes.

Su mérito hizo que fuera colocado pronto, a pesar de las pretensiones de su humildad, en la sede episcopal de Winchester, y más tarde en la sede arzobispal de Canterbury, donde sucedió a Saint Dunstan.

Su vida siguió siendo la de un monje. Se levantaba regularmente a medianoche y rezaba mucho descalzo. Sus grandes austeridades no le restaron valor a la dulzura de su carácter; sus limosnas eran abundantes, su caridad sin límites.

Elphège, durante una invasión de los daneses en Inglaterra, se dedicó a la salvación de su pueblo. Fue a buscar a los bárbaros y, después de tratar con ellos la redención de los cautivos, les anunció el Evangelio. Muchos se convirtieron a su palabra; pero los otros, más furiosos, avanzaron a Canterbury para asediarlo.

El Santo Pontífice quería estar en su puesto. Durante el asedio, nunca dejó de exhortar a sus ovejas a armarse con coraje contra todos los eventos y defender su fe hasta la muerte. Dios permitió que la ciudad cediera a la fuerza; los sitiados fueron pasados ​​en masa con el filo de la espada. Elphège corrió a la escena de la masacre, con la esperanza de apaciguar a los vencedores:

«Perdona a estas personas inocentes», gritó, «¿qué gloria hay en derramar su sangre? Vuélvete contra mí toda tu indignación; me lo he ganado redimiendo a tus prisioneros».

Los feroces daneses, irritados por esta santa libertad, lo agarran, lo abruman con malos tratos, queman su catedral frente a él, matan a sus monjes y lo encarcelan. Golpeado con un hacha y apedreado, durante su terrible experiencia, rezó por sus verdugos.

Source: sanctoral.com

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